Cuando ya no estabas me di cuenta de lo que perdí
y sólo se me ocurre una cosa: mi tiempo.
Gané vacío
cuando desalojaste mi interior de ti
y tus órdenes de sargento empoderado,
dejándome amueblar con mi renovado poder
un cuerpo más fuerte
y una mente más segura.
Ahora me doy cuenta
de que quizás debería haberte desahuciado yo misma,
luego recuerdo las cadenas.
Con el corazón en el puño
le doy una paliza a la vida que me has impuesto,
libero toda la rabia en forma de sueño
y cansancio por vivir con todo esto.
Porque sin saber que eran tus manos,
las armas que me matarían al final de la historia,
me agarré a ellas,
me subiste hasta tu pecho
y me obligaste a anclarme a él.
Las balas de tu cuerpo sobre el mío
me hicieron ceniza
y yo no conseguí hacerme fuego.
Te di todo de mi alma
y tú lo usaste contra mi misma
para perderme.
Me he vuelto a tus ojos una rebelde sin causa,
aunque sea esa misma,
porque ya, no me da miedo.
Pienso llenarme de presente
y futuro y enmarcar mi pasado
para inaugurar y celebrar
que en mi vacío, mando yo.