sábado, 30 de agosto de 2014

Puertas abiertas.

Dicen que la vida es un camino largo y que, cada decisión que tomamos, es un pequeño sendero que añadimos a nuestra caminata.
Yo prefiero verlo de otra forma, lo veo más como un pasillo; blanco por la mañana y oscuro por la noche.
Este pasillo, está lleno de puertas.
Cada vez que nos sale una oportunidad nueva, una puerta se desbloquea y te da la opción de abrirla o dejarla cerrada para esperar algo mejor.
Por muy bonita que sea y por mucho que te inciten a abrir esa puerta, la decisión es tuya.
Algunas veces abrimos puertas a problemas en vez de a cosas que nos hacen avanzar, esas puertas, pesan más y no tienes fuerzas para cerrarlas. Es entonces cuando una puerta se queda abierta, cuando no consigues pasar ese obstáculo, pero sigues adelante como puedes.
Cuando sigues y abres más puertas, más posibilidades tienes de encontrar la forma de cerrar las que te has dejado abiertas por el camino por no poder más.
Muchas veces, a lo largo de ese pasillo, te puedes encontrar con gente que te puede ayudar a empujar puertas o a tomar la decisión correcta si tienes dudas por abrir o no una de ellas.
Las puertas cerradas a decisiones tomadas, son un punto más que añades a tu felicidad.
No es más feliz el que más puertas tiene cerradas, lo es quién luchando y con esfuerzo ha conseguido cerrar las que más pesaban.




No dejes que nadie te esconda la llave de una puerta a una gran oportunidad ni que nadie ponga el pie y te impida cerrar una que tiene dentro un gran problema.