Casi sin querer terminé queriéndote.
Digo casi porque entraste tan rápido en mi corazón que no supe encontrar la forma de pararte.
Tampoco la busqué.
Ahora te miro a escasos centímetros y millones de mariposas me comen por dentro.
Te sonrío, callada, porque supongo que eso es el amor.
Digas lo que digas, aunque intentes decirlo de la forma más expectacular posible, jamás será exactamente lo que sientes.
Te beso, me besas y entonces los millones de mariposas se convierten en millones de explosiones que hacen que mi pulso se acelere y mis ganas de quererte aumenten al segundo.
Si quieres medir alguna vez, lo mucho que te quiero, solo tienes que multiplicar cada beso, por infinito y elevarlo al cuadrado.
Que por qué al cuadrado; por ser dos.
Y entre tú y yo, hay un nosotros.